Habíamos quedado a las siete y media en el ’’bar de tu hermano’’ como el suele decir un banquero, un abogado, un tabernero (el) y yo. Yo había salido con tiempo de sobra puesto que iba en mi coche (uno asi pero con quince años de uso, tres dueños distintos y el motor cambiado,una ganga vaya.) y esperaba no encontrar aparcamiento facilmente. Como todo funciona al revés de como esperamos aparqué en la misma calle castilla llegando con cuarenta y cinco minutos de antelación.
- Vale hace tela de calor y ahora toca esperar. ¿Qué narices hago mientras?.- pensé
-Bueno voy a pasear por los aledaños de ( si dios quiere, y los bancos también) mi futuro bar.
Dicho y hecho. Recorrí media calle Castilla en dirección al Altozano, y me encontré con una calle que daba al río y bajé por una angosta escalera. Cada peldaño que dejaba atrás era tranquilidad y silencio ganados. Una vez abajo una suave brisa de aire un poco caliente, para que mentir sobre algo que todos los sevillanos conocemos, me dio en la cara. De repente me sentía tremendamente bien alli abajo,estaba en el Paseo de la O.
-Que en veinte años de vida nunca haya estado aqui...-me dije a mi mismo-
Silencio, color verde y calor era lo único que estaba recibiendo mi cerebro por unos instantes hasta que una ambulancia que pasaba por el puente del cachorro rompió el encanto. Empecé a hacer entonces lo que se supone que debía hacer alli: pasear. A mi izquierda pescadores en unas escalinatas de chapa echando una tranquila tarde de verano; que se cogieran peces o no eso era lo de menos. Unos metros mas alante un local bastante curioso, el del club de pesca ,que tenía una especie de balcón supongo que para en los campeonatos de pesca entregar los trofeos y medir las piezas capturadas. Por un momento me imagine todo aquel balcón a rebosar de mesas de plástico con peces de varios tamaños, con sus dueños cerca mirando de reojo a los de los demás esperando a ser declarados vencedores y poder coger alguna copa. Durante los siguientes metros todo eran grandes casas, una de las cuales se vendía.
-No tiene que estar nada mal despertarse saludando al río todos los dias.-pensé mirando aquel enorme ático que coronaba la casa-
En algunas zonas había restos de construcciones antiguas conservadas a la luz sin ningún nombre identificativo para el turista, que puede ser tanto extranjero como sevillano como era mi caso, pues todo aquel que no vive en Triana y vive al otro lado del río ya es un turista en otra ciudad al cruzar el puente. Cuenta la leyenda que incluso fueron fundadas por separado: Triana por la diosa Astarté huyendo de los arrumacos de Hércules, y que este viendo que no encontraba a la susodicha pensaría ya que estoy aqui pues fundo un ciudad y asi dicen que se fundó Sevilla.
Finalmente llegué a un lugar que siempre que lo veía desde la calle Castilla me intrigaba: el callejón de la inquisición.Visto desde el lado del río es imponente, un callejón ascendente por el que pasaba la luz justa y necesaria y que con solo ese nombre ponía los pelos de punta al cruzarlo. Pués bién eran las siete y venticinco,y me había recorrido en casi media hora algo que se hace en pocos minutos. Había observado con atención cada detalle ,había digerido el tramo tranquilamente, disfrutando. Ya arriba en la calle castilla abandonaba el callejon con el espiritu lleno y una sonrisa pensando en lo que aún me quedaba por descubrir de este barrio...